A diferencia de otros sentidos, no podemos decidir cuándo utilizar el oído; oiremos los sonidos, queramos o no, a no ser que utilicemos tapones. Esto puede convertirse en un problema cuando hay demasiado ruido en el ambiente, ya que se convierte en algo molesto.
Pero, aunque el ruido y el sonido no son más que ondas sonoras, existe una diferencia entre ambos términos. Te explicaremos de qué se trata y por qué solo uno de estos es perjudicial para el oído.
El sonido es una vibración mecánica que se propaga en forma de ondas y es percibida por el oído y procesada por el cerebro. Para poder diferenciar los sonidos entre unos y otros, existen diferentes características a tener en cuenta:
Por su parte, el ruido es desagradable, sin ritmo y sin armonía, causando una sensación auditiva intranquilas. El ruido son sonidos indeseados que pueden producir daños físicos y/o psicológicos. Además de impedir la comunicación, el ruido puede causar, pérdida auditiva, de equilibrio, irritabilidad y otros síntomas físicos.
El ruido presenta las siguientes características:
Tanto el sonido como el ruido son ondas sonoras percibidas por el oído, pero su principal diferencia está en la estructura. El sonido sigue un patrón acorde y regular, mientras que el ruido no posee estructura alguna y se caracteriza por tener decibelios elevados.
El sonido puede transmitir sensaciones de bienestar, alegría, paz, etc. El ruido, por su parte, causa molestias y provoca irritación, estrés, dolores musculares y otras afecciones.
El sistema nervioso central es afectado por el ruido, impidiéndole controlar correctamente todas las funciones del cuerpo. Es por esto que el ruido puede ocasionar ataques de ansiedad o de pánico, molestias, miedos y traumas.
Uno de los peores efectos perjudiciales de la exposición al ruido es la pérdida de la audición, la cual puede ser temporal o permanente. Su gravedad dependerá del nivel del ruido y del tiempo de exposición.
La pérdida auditiva temporal es más común y viene acompañada de zumbidos en los oídos, lo que se conoce como desviación temporal del umbral auditivo. Esto puede ocurrir después de asistir a un concierto o al trabajar en un espacio ruidoso. Los efectos suelen remitir en un lapso de tiempo corto.
Sin embargo, la exposición prolongada a ruidos muy elevados puede desencadenar en una hipoacusia permanente. La pérdida auditiva permanente no tiene cura y el único tratamiento para volver a escuchar son las ayudas auditivas, como los audífonos o el implante coclear.