Por lo general, las infecciones del oído pasan sin complicaciones, incluso pueden curarse sin tratamiento. Sin embargo, esto no quiere decir que la otitis esté absuelta de consecuencias.
Existen casos en los que, si no se trata a tiempo, es posible que debas enfrentar a las secuelas de la otitis. Te explicamos cuáles son las consecuencias de una infección de oído mal tratada.
Se le conoce como otitis a la inflamación en el oído, generalmente producida a una infección de tipo viral o bacteriana. A su vez, hablamos de otitis media, cuando la infección se produce dentro del conducto auditivo, y de otitis externa, que se produce en el oído externo.
La otitis media es la más frecuente, pero la otitis externa predomina en verano.
Por lo general, cuando la infección se da en el exterior no se presentan complicaciones. Pero al ubicarse en el oído medio, podría desencadenar alguna de las secuelas de la otitis.
Cuando la infección ocurre con frecuencia o nunca se termina de curar, el paciente podría desarrollar dificultad para escuchar y deficiencias en la capacidad auditiva.
Sin embargo, la pérdida auditiva suele tratarse de algo temporal; la probabilidad de desarrollar una sordera permanente es muy baja, con solo 2 de cada 10.000 casos.
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La mastoiditis es una infección en los huesos que se ubica detrás de la oreja, que empieza como algo leve, pero podría agravarse. Sus síntomas incluyen hinchazón o enrojecimiento en el hueso detrás de la oreja, hinchazón del lóbulo de la oreja y dolor de cabeza.
Además, si la mastoiditis continúa propagándose, podría ocasionar meningitis, pérdida auditiva e incluso un absceso cerebral.
Esta infección afecta las membranas que rodean al cerebro y la médula espinal. Los síntomas son parecidos a los de la gripe (dolor de cabeza, fiebre, náuseas, etc.), pero otro signo de la meningitis es dolor al intentar tocar el pecho con el mentón.
La meningitis podría ocasionar daños cerebrales y pone en peligro la vida del paciente, por lo que requiere de hospitalización y de antibióticos vía intravenal.
El nervio facial atraviesa el oído, por lo que una de las secuelas de la otitis podría ser la parálisis facial en un lado de la cara. Sin embargo, el riesgo de desarrollar una parálisis facila debido a la infección es bajo, de solo 2 casos en cada 2.000 pacientes.
Aunque todavía se considera una emergencia, la mayoría de las personas recuperan por completo la movilidad de su rostro.
La laberintitis es una infección que se produce cuando las bacterias penetran en el oído interno durante el curso de una otitis media aguda. Esta afección produce vértigo, pérdida auditiva y acúfenos.
La laberintitis serosa se trata de una irritación reversible, pero la laberintitis purulenta deteriora el oído y no es posible su regeneración.
Esto ocurre cuando el pus se ha acumulado en el cerebro debido a la infección; es algo poco común. Sus síntomas incluyen dolor de cabeza, fiebre, náuseas, vómitos, y variaciones de la conciencia.
Para diagnosticarlo es necesario examinar el cerebro y el sistema nervioso para verificar si hay un aumento de la presión dentro del cráneo.
El absceso cerebral es una emergencia, con una tasa de recuperación del 70%.
Como resultado de la acumulación de líquido en el oído medio, es posible que se perfore la membrana timpánica. Este tipo de afección se diagnostica a través de una timpanometría.
Aunque la ruptura del tímpano puede ser dolorosa, el paciente dejará de experimentar dolor cuando toda la segregación haya sido expulsada a través de la perforación. Además, el tímpano roto suele curarse solo en pocas semanas.
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En el caso de la otitis media aguda, la mastoiditis es su complicación más frecuente, sobre todo en niños.
Si se ha experimentado una pérdida auditiva como secuela de la otitis, existen tratamientos para recuperar la audición. Es un procedimiento quirúrgico que se realiza para drenar el líquido, mediante el cual también se coloca un pequeño tubo para ventilar el oído medio; el paciente recupera la audición tras drenar el líquido y los tubos se caen solos tras algunos meses.