¿Has sentido alguna vez un zumbido en los oídos después de un concierto o al salir de una discoteca? Eso que sentiste podría ser el inicio de un trauma acústico. No es simplemente "estar un poco sordo por un rato". Estamos hablando de algo que puede cambiar tu vida.
Si alguna vez te ha ocurrido, o si simplemente te preocupas por cuidar tu audición, este artículo es para ti. Vamos a desvelar qué es realmente un trauma acústico, cómo reconocerlo y, lo más crucial, cómo evitar que deje marcas en tu salud a largo plazo.
El trauma acústico se refiere al daño que ocurre en el oído interno debido a la exposición a un sonido extremadamente fuerte. Este puede ser el resultado de un ruido repentino y fuerte, como una explosión, o de escuchar música a alto volumen durante un tiempo prolongado.
Imagina que tus oídos son como altavoces. ¿Qué les pasaría a los altavoces si subes el volumen al máximo durante mucho tiempo? Se dañarían. Pues algo similar ocurre con tus oídos cuando están expuestos a sonidos muy fuertes.
No tiene por qué. Hay veces que el daño es momentáneo y tu audición vuelve a la normalidad tras un rato. Pero ojo, si no cuidas tus oídos, ese daño podría volverse permanente causando una pérdida auditiva irreversible. Es importante estar atentos a las señales.
Mientras que un trauma acústico temporal provoca una pérdida auditiva temporal, el daño permanente ocasiona una pérdida auditiva irreversible. Es fundamental reconocer los signos para buscar ayuda a tiempo.
Los efectos de un trauma acústico pueden ser demoledores, afectando la calidad de vida, la capacidad de comunicarse y, en casos extremos, resultar en tinnitus o acúfenos, un zumbido constante en el oído.
En caso de que creas que puedes estar enfrentándote a un trauma acústico, recomendamos acudir a un centro auditivo para realizar gratis las pruebas auditivas necesarias para evaluar tu audición.
El oído humano tiene un umbral de tolerancia. Sonidos prolongados a más de 85 decibelios, como la música en conciertos, maquinaria industrial o tráfico, pueden causar daño en el oído interno.
La exposición prolongada es el principal culpable, ya que, a lo largo del tiempo, puede llevar a una pérdida auditiva gradual y, en algunos casos, permanente.
Además de las fuentes obvias de ruido intenso, nuestro día a día está salpicado de situaciones que, aunque parezcan inofensivas, pueden suponer un riesgo para nuestra salud auditiva:
En estos casos, el daño es abrupto y suele ser más severo que la exposición a sonidos fuertes a lo largo del tiempo.
La presión también puede ser una causa de trauma acústico. El barotrauma, que ocurre cuando hay un cambio rápido en la presión del aire o del agua, afecta principalmente a buzos y cuando viajamos en avión. Esta presión desequilibrada puede dañar el oído medio y, en casos graves, también el oído interno.
En muchas ocasiones, la exposición a ruidos fuertes y repentinos puede dejar huellas. Estos son los síntomas clave a los que hay que prestar atención:
Si experimentas alguno de estos síntomas después de estar expuesto a un ruido fuerte y repentino, es crucial buscar atención médica especializada para una evaluación adecuada.
El trauma acústico puede ser temporal, pero si se ignora o no se trata adecuadamente, puede llevar a complicaciones más serias y duraderas.
Es imprescindible entender que el trauma acústico no es algo que deba tomarse a la ligera. Las consecuencias a largo plazo pueden ser preocupantes, por lo que es importante tomar medidas preventivas y buscar tratamiento inmediatamente después de cualquier exposición dañina.